La información clara en envases y góndola se vuelve clave para sostener la confianza del consumidor.
La transparencia pasó de ser un diferencial a un requisito básico de confianza. Según estudios difundidos por la consultora Label Insight, más del 90% de los consumidores afirma que la claridad en ingredientes, origen y procesos influye en su decisión de compra. Para las marcas propias, este cambio nivela el terreno, ya que la información visible permite competir sin depender del peso histórico de una marca tradicional.
La trazabilidad, en ese contexto, se consolida como una herramienta clave. Informes sobre cadenas de suministro publicados por IBM muestran que los consumidores valoran conocer el recorrido del producto y penalizan la falta de datos claros. En las marcas propias, ofrecer trazabilidad accesible ayuda a reducir barreras de desconfianza y refuerza la percepción de control y calidad.
El envase se transforma así en un canal estratégico. De acuerdo con análisis recientes de NielsenIQ, los compradores prefieren etiquetas legibles, certificaciones visibles y mensajes simples. Para las marcas propias, este enfoque permite comunicar valor de forma directa, facilitar la comparación en góndola y reforzar atributos como consistencia, origen y cumplimiento normativo.
Este nuevo estándar también impacta en la relación precio-confianza. Al mostrar procesos, certificaciones y procedencia, las marcas propias pueden justificar su propuesta sin recurrir a campañas masivas. La transparencia actúa como respaldo objetivo, fortaleciendo la credibilidad y favoreciendo la recompra.
En un mercado más exigente, la claridad se convierte en un activo estratégico. Las marcas propias que invierten en información verificable, trazabilidad visible y comunicación simple no solo cumplen con una demanda del consumidor, sino que consolidan confianza, fidelidad y posicionamiento dentro del retail.

