Calidad, precio y estrategia: tres factores que cambian las reglas en el retail regional.
En un contexto de consumidores más exigentes, las marcas propias ganan terreno en América Latina. Según datos de NielsenIQ, este segmento crece más rápido en la región que en el promedio global, con un incremento del 14,2 % en valor durante el último año, frente al 5,6 % del total del mercado. Este avance refleja un cambio en los criterios de elección: menos peso de la marca tradicional y más foco en el equilibrio entre calidad y precio.
Este crecimiento no solo responde a la necesidad de ahorro, sino también a una estrategia cada vez más refinada por parte de los retailers. En países como México, Colombia y Chile, las cadenas están diversificando sus portafolios con productos propios en categorías clave, incorporando líneas diferenciadas por nivel de precio, atributos nutricionales o preferencias culturales. La segmentación permite cubrir desde opciones básicas hasta gamas premium sin abandonar la identidad del distribuidor.
Percepciones
Los cambios en el surtido también impactan en la experiencia del cliente. Envases más atractivos, propuestas temáticas, lanzamientos estacionales y formatos innovadores contribuyen a posicionar las marcas propias como opciones deseables, no solo funcionales. La percepción de valor se construye desde la góndola, pero se amplifica en redes sociales y plataformas de e-commerce, donde el diseño y el relato del producto también juegan un papel central.
Ante esta expansión, los fabricantes tradicionales observan con atención cómo se reconfiguran las decisiones de compra. La competencia ya no se define únicamente por reconocimiento de marca, sino también por disponibilidad, mensaje y precio. En muchos segmentos —desde alimentos hasta higiene y cuidado personal—, la alternativa propia dejó de ser una solución temporal y pasó a formar parte estable de la cesta de consumo.