El nuevo rol de los locales comerciales abre oportunidades para ofrecer experiencias y posicionar productos de desarrollo propio.
Mientras las ventas digitales crecen con fuerza, los espacios presenciales siguen siendo el canal dominante en la mayoría de los mercados. Esta permanencia responde al hábito de compra, pero también al potencial que tienen las tiendas físicas para reinventarse: como centros logísticos, espacios de experiencia o plataformas de monetización. Su rol sigue siendo esencial para conectar con los consumidores y guiar sus decisiones en el punto de venta.
Frente a este escenario, los minoristas se enfocan en transformar sus tiendas en entornos versátiles. Según el sitio especializado EY, la tendencia del “retailtainment” —que combina entretenimiento, servicios y compra— cobra protagonismo. Experiencias como demostraciones activas, asesoramiento personalizado o tecnologías como realidad aumentada y señalización digital convierten al local físico en una herramienta clave para la fidelización.
Además, el 94% de los consumidores aún toma decisiones de compra dentro del local tras explorar opciones online, de acuerdo a los datos del Índice del Consumidor Futuro de EY.
En ese contexto, las marcas propias ganan visibilidad. La posibilidad de destacar productos exclusivos en espacios controlados, alineados con los valores del cliente, refuerza su propuesta de valor. Los retailers utilizan las tiendas físicas para lanzar ediciones limitadas, experimentar con nuevas categorías o posicionarse con atributos diferenciales, como salud, funcionalidad o sostenibilidad. Esta estrategia no solo mejora márgenes, sino que amplía la oferta sin depender de terceros.
Ventajas
Los productos de desarrollo interno también se benefician de nuevas herramientas de marketing en tienda. Pantallas interactivas, quioscos digitales y contenidos contextuales permiten comunicar beneficios, contar historias y captar la atención del consumidor. Al no requerir grandes inversiones publicitarias externas, estas marcas logran competir eficazmente en categorías clave, impulsando tanto la elección como la lealtad.
Además, muchas tiendas están siendo reconvertidas en puntos de retiro, centros de última milla o espacios de servicios complementarios como salud, nutrición, reparación o alquiler. Estas funciones no solo atraen tráfico adicional, sino que permiten posicionar las marcas propias en entornos de alto contacto con el cliente. En supermercados y farmacias, por ejemplo, estas líneas pueden alinearse con programas de bienestar o tendencias de consumo responsable.
El desafío está en lograr que cada metro cuadrado del espacio físico sume valor. En lugar de cerrarlas, las tiendas pueden convertirse en plataformas activas para construir vínculo, generar ingresos alternativos y consolidar identidades propias. En una etapa de transformación acelerada, quienes logren integrar lo físico y lo digital con una propuesta propia diferenciada estarán mejor posicionados para liderar el futuro del comercio minorista.