Crecen las propuestas que priorizan conveniencia, calidad y cercanía con el consumidor.
Las marcas propias dejaron de ser una alternativa exclusivamente económica para convertirse en una opción cada vez más valorada por los consumidores. Hoy, ocupan un lugar destacado en las góndolas, ganan terreno en distintas categorías y son parte activa de la estrategia de fidelización de muchas cadenas de retail.
Lo que comenzó como una respuesta para competir por precio, hoy suma calidad, identidad y variedad. Desde productos básicos hasta propuestas de nicho, las marcas propias permiten a los supermercados ofrecer una ecuación de valor atractiva, adaptada a los nuevos hábitos de consumo.
Cadenas de retail desarrollan sus líneas con objetivos diversos: mejorar la experiencia de compra, ampliar el surtido o responder a necesidades específicas. Para algunas, el diferencial está en la presentación y el precio. Para otras, en la posibilidad de ofrecer alternativas que antes no existían en sus góndolas.
Con el respaldo de cada cadena, estas propuestas no buscan desplazar a otras marcas, sino complementar la oferta, ampliar el menú de opciones y aumentar la fidelidad del cliente. La incorporación de categorías nuevas —como alimentos congelados, productos frescos o artículos de limpieza— muestra un camino en expansión.
Las estrategias varían, pero todas coinciden en que el desarrollo de marcas propias permite ofrecer productos convenientes, con control sobre calidad, stock y comunicación. A medida que crece su presencia, también crece su aceptación, mostrando que el consumidor está dispuesto a probar y adoptar nuevas elecciones si la propuesta es coherente y confiable.
